Podemos advertir durante toda la obra, que Hamlet se debate en una encrucijada entre el bien y el mal, la locura y la razón que van abriendo la obra y creando caminos sentimentales muy diferentes para todos los personajes.
En el caso específico de Hamlet vemos como sus más profundos deseos de venganza, no se basan en una cuestión de ambición, o que Hamlet se sienta como un rey usurpado de su corona, es mas bien el deseo de hacer justicia en su reino.
Así Hamlet se siente en deuda con su nación, para retomar la serenidad y la cordura delante tales atrocidades como asesinar a un hermano por conseguir el poder. Y sobretodo con su padre víctima del asesinato.
El hecho de que la madre de Hamlet contrajera matrimonio con el hermano de su difunto esposo, el día de su entierro, y sobretodo el hecho de que Hamlet, hijo único, acostumbrado a ser el centro del mundo para su madre pase a estar en un segundo plano, provoca celos en el joven principie, hasta el nivel de crear escenas, donde claramente Hamlet siente repulsión hacia su propia madre.
Otro de los aspectos sentimentales muy estudiados en Hamlet, es la tristeza y la culpa que siente Hamlet en momentos determinados de la obra.
La tristeza que siente hacia su difunto padre, que acto seguido cambiara a convertirse en una venganza que tendrá que realizar para salvaguardar la justicia, y la culpa que siente profundamente Hamlet al ver que las palabras dirigidas a Ofelia provocaron su locura y su posterior muerte.
El estudio de la venganza no solo se centra en Hamlet pues Laertes, también tiene ansias por cobrarse de buen grado la vida del príncipe por su padre y su reciente difunta hermana a la llegada a Dinamarca.
Estos sentimientos son los que más se dejan notar en la obra, pero el sentimiento que se encuentra enmascarado entre todo este tipo de injurias, engaños y traiciones es el amor eterno que sienten Ofelia y Hamlet, que es mutuo y perpetuo hasta el final trágico de la obra.